Él lo escuchaba todo, incluso lo que no sonaba. Las voces lo perseguían rimbombantes con sus avorazadas bocas, mordisqueándole espalda y corazón.
Se escudaba entre canciones y con tanta égida erguida se hizo una escalera para cantar bien alto.
Escucharlo querer y saber que querían quererse no era suficiente.
Había que subirlo y bajarlo, escucharlo a fondo detrás del canto
El displacer evidente de las líricas te reconfortaba, pero pocos se preguntaron
¿Qué lo reconfortaba a él?
"Aquí estoy yo y te canto, en tanto tú me escuchas me haces voz"
Esa voz y una mirada
Un significante que se perdió
Una vida cayó presa
Otra vida solo cayó
El perro que cuidaba el infierno se perdió.
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